martes, 11 de enero de 2011

Un pacto necesario por responsabilidad.

Cuando escucho a los líderes sindicales de este país -y por ende a los de esta Comunidad Autónoma, ya que repiten miméticamente el discurso y el ademán de sus mayores venga o no a cuenta- me quedan dudas sin despejar en torno al papel que han de desempeñar en nuestra sociedad y en torno a la responsabilidad que habrían de tener como representantes sociales -que lo son-
Para que no haya malentendidos: de la CEOE ni hablo porque esos ni churrean ni murrean tras su último Congreso -en el que relevaron a un personaje histórico... de malo- ¡Y a veces es casi mejor!
Dudas que me asaltan: ¿serán conscientes los sindicatos de que junto a los políticos en este momento son los más denostados sobre la faz del terruño patrio?; ¿serán también conscientes de que su credibilidad está tan lastrada como la de otros colectivos representativos y que esos discursos antiguos, apocalípticos e inflexibles que los meses y variados datos económicos se empeñan en desmentir no juegan precisamente a su favor?; ¿serán conscientes de que esas posturas exigentes, taxativas, amenazadoras invocando huelgas masivas, manifestaciones millonarias o paralizaciones de los sectores productivos de este país, no tienen absolutamente ninguna credibilidad entre la ciudadanía y hasta causan hastío cuando no indignación?; ¿saben los agentes sociales lo que los españoles esperan de ellos en estos momentos de duda general sobre nuestro futuro más inmediato?. ¿Lo saben a ciencia cierta?
No lo sé. Tengo dudas, repito, y prefiero pensar -más que nada porque yo también soy afiliado a un sindicato de clase, la UGT- que lo que estoy escuchando y viendo estos primeros días de año es más razonable que lo que antes preguntaba de forma retórica y sin necesidad de contestación... que los sindicatos de clase, los de verdad, y el Gobierno de España -y espero que después los empresarios y los demás partidos políticos- hagan lo que están haciendo  y que creo sinceramente que no es otra cosa que la que nos exigen los ciudadanos: que negocien y negocien hasta la extenuación, que lleguen a acuerdos sólidos, realistas y eficaces, que arrimen el hombre cada uno desde su posición pero desde la necesaria flexibilidad que le permita a este país y a sus gentes dos cosas: credibilidad y esperanza en un futuro inmediato mejor.
Por eso, y pasando de mis dudas cartesianas, mi deseo para este inicio de 2011 es un amplio acuerdo político y social en torno a las reformas necesarias para que España y los españoles veamos sol detrás de la nube y le volvamos a demostarar al mundo que con bota de oro o sin bota de oro, ¡somos la leche!

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