Como esto del marketing y de la comunicación, sumado a la creatividad artística, siempre me han interesado más allá de la faceta profesional, quiero darle difusión a través de este humilde blog a una iniciativa que me parece genial y que incide en uno de los valores del ser humano por el que llevo metido en política unos pocos años: el de crear CIUDADANOS y CIUDADANAS; es decir, seres sociales implicados en el devenir de su grupo -sea este lo amplio que sea-.
Así, cuando hace pocos días escuché los primeros comentarios sobre una idea de la Fundación Confianza, me sentí rápidamente identificado y me alisté como ciudadano individual y voluntario. Uno más.
¿Y de qué va esto?
Dicen que dijo Kennedy, John -y lo repite siempre que puede Obama-, que debíamos preguntarnos al menos una vez en la vida "qué puedo hacer yo por mi país, y no mi país por mi". Yo creo más bien que podríamos atribuirle la frase a algún genial guionista o escritor de discursos más que al propio Kennedy, pero es una verdad como un templo: ¿por qué siempre estamos esperando a que otros nos solucionen los problemas, por qué no nos ponemos a ello directamente y nos sumamos al esfuerzo colectivo?.
Yo nunca he tragado a los cenizos: me aburren. No soporto a la gente que está todo el día quejándose de esto o de aquello, a los del "hayque" -hay que hacer esto, hay que hacer lo otro, pero que lo hagan los demás-, por una simple razón: porque hay gente que de verdad lo está pasando muy mal, aquí y en todo el mundo. Y no me parece ni honrado ni ético que los privilegiados -como muchos de nosotros- estemos todo el día amargados, aburridos, cabreados o enclaustrados en lo negativo.
Por eso, cuando oí hablar de la campaña "estoloarreglamosentretodos.org" y ví quienes estaban ya implicados en la misma, me tiré de cabeza al proyecto y ya soy uno de los 13.000 primeros ciudadanos que hemos decidido reivindicar el espíritu del "podemos", que ha hecho de este país un gran país, y de nuestro pueblo un gran pueblo; y, por lo tanto, no tenemos tiempo ni para lamentos ni para cenizos.
Yo prefiero a los optimistas antropológicos que confían en sus posibilidades, en su ciudadanía y en nuestra historia, que aquellos que lo único que aportan a su sociedad es amargura, fatalismo y falta de confianza en los demás.
Anímate y entra en el proyecto: PODEMOS.
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