SINCERAMENTE, las personales y legítimas ambiciones de la gente no deberían sustentarse sobre las "ruinas" de los adversarios. Es decir, que para que uno se pueda hacer valer, para que a uno lo aprecien, en cualquier ámbito de la vida, no es necesario cargar contra quien ambiciona lo mismo que uno.
Por eso, en cualquier proceso, jugar limpio, recoger realmente el parecer de los demás es lo que a uno le hace grande. Sobre todo si ese uno se cree demócrata.
No creo que las pequeñas miserias tengan un largo recorrido; no creo que la falta de respeto entre iguales deba ser soportada, tolerada y asumida por nadie. Y en cada escalón de la vida hay una oportunidad para que te pongan en tu sitio.
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