Más allá de los amplios debates, convenientemente retransmitidos con todo tipo de detalles morbosos, maniqueos y hasta demagógicos, cuando no totalmente falaces, por parte de una prensa reaccionaria convenientemente adoctrinada en la fé, el dogma y la ideología de Dios, por Obispos y sus adláteres -si es que Dios tiene ideología...o existe-, la pregunta que hemos de hacernos es la siguiente: ¿queremos una sociedad igualitaria y justa, acorde a nuestro ordenamiento jurídico, nacional e internacional, o preferimos seguir nadando en las procelosas aguas de la indefinición, y por ende, de la indefensión?
Lógicamente, esta pregunta en relación a cualquier tema tiene una sola respuesta: en la España del siglo XXI sólo la Ley y la justicia pueden reglar nuestras relaciones sociales, sin excepciones. ¿No es así?
Y si es así, ¿por qué soportamos con estoica paciencia los furibundos ataques en ámbitos sociales, políticos y jurídicos de una jauría de fanáticos religiosos, cínicos políticos y "sociópatas del presente" en torno al tema de la salud sexual y reproductiva e interrupción voluntaria del embarazo?
Estoy siguiendo con atención los debates científicos, los debates jurídicos, las distintas posturas sociales en el ámbito internacional en materia de salud sexual y reproductiva, y dentro de este apartado de las diferentes legislaciones internacionales en cuanto a interrupción voluntaria del embarazo; en todas, sin excepciones cuando sólo se habla de ciencia y de jurisprudencia, y no de fé o moral, los defensores de las legislaciones más avanzadas, como la nuestra en este momento, ganan dichos debates con amplitud. Es el peso de la razón, del raciocinio.
Y sólamente aquí, dentro de los países más avanzados del mundo, los furibundos ataques de los fanáticos antes mencionados son alentados, elevados a la categoría de debate intelectual y pontificados con pétreas sentencias por ciertos medios de comunicación, por ciertos partidos políticos -fariseos donde los haya- como alternativa real a nuestro ordenamiento jurídico y Constitucional.
¿Por qué sucede esto en España?
¿Por qué en este país determinados debates infundados, en los que una de las partes utiliza sin complejo argumentos falaces, demagógicos, subjetivos hasta el punto de elevar a categoría de verdad científica o jurídica creencias totalmente dogmáticas y subjetivas indemostrables por la razón?, ¿por qué se le presta atención a ese falso debate en igualdad de condiciones cuando los argumentos de una de las partes se cae por su propio peso?, ¿por qué cuestionamos nuestro ordenamiento jurídico y su modificación para adecuarlo a nuestra realidad social con argumentos religiosos cuyo único fin es imponernos en todos los ámbitos que nos afectan sus frustraciones, sus complejos y su obediencia ciega y servil?
Creo que no podemos seguir siendo unos Quijotes toda la vida; tenemos que crecer como sociedad civil y ver el bosque que hay detrás de la primera hilera de árboles. No podemos vivir apasionadamente el presente, olvidando el pasado y no preparando el futuro.
España se merece algo más que fanáticos religiosos que añoran el poder que poseyeron sobre el pueblo español y sobre sus dirigentes o sus representantes legales a lo largo de nuestra dificil historia; no podemos discutir en igualdad de condiciones con quienes no quieren llegar a un consenso basado en la razón, si no que aspiran exclusivamente a volver a imponernos su fé, su moral y su régimen totalitario y reaccionario que castiga el pensamiento, el progreso y la igualdad entre hombres y mujeres con el único argumento de fondo de que Dios creó a la mujer de una costilla de Adán, y no creó al hombre y a la mujer en igualdad para que una estuviera siempre sometida al otro -esto lo añado yo-.
Esto es lo que subyace en el pensamiento de una parte de nuestra sociedad, lo intenten disimular o no, y aflora convenientemente cuando a algunos políticos hipócritas con dicha fé o medios de comunicación ávidos de influencia les interesa para crear falsos debates en torno a meterias delicadas para cualquier persona de bien que erosionen al gobierno de Zapatero, a un gobierno que quiere avanzar y progresar de verdad hacia una sociedad en igualdad.
Mañana ya no será el aborto, será otro tema, pero la táctica será la misma.
Así de sencillo.
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