Veo a Zapatero muy positivo. Lo veo impacientemente positivo. Veo su impaciencia por seguir un proyecto que le apasiona: transformar España no para sacarla del rincón de la historia, como decía el otro tras invadir Irak, si no para ser un País del que nos podamos sentir orgullosos los españoles cuando lo pongamos en valor. Un País que respete a los demás.
Veo que lo tiene muy claro; veo que quiere destacar no por ser ya la octava potencia del mundo, económicamente hablando, no por crecer más que nadie, no por crear el 30% del empleo neto de la UE, no por tener superávit, no... veo que quiere que destaquemos por ser un País que trata con decencia a su ciudadanía, que cuida la educación de sus niños, de sus jóvenes, que busca la igualdad real entre hombres y mujeres, que protege a sus personas mayores, que atiende las necesidades sociales de los más necesitados, en lo económico y en su capacidad para tener una vida digna.
Me gusta que un socialista pueda pensar y hablar así ante miles de personas. Me gusta que el proyecto de País que busque sea el de un País de PAZ y no el de un País de chulitos que se sienten imoportantes poniendo los piés sobre la mesa del cacique de turno mientras se fuman un puro.
Me gusta esa mirada limpia, positiva. Me gusta Zapatero.
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