miércoles, 27 de julio de 2011

El buen pastor.

El mastín es un perro genéticamente creado para proteger al ganado de las alimañas en periodos de estabulación abierta. Es grande, con poderosas fauces, patas enormes y una resistencia fuera de lo común. Su tarea es la de proteger con su vida al rebaño: seres indefensos ante depredadores siempre al acecho.

Sin embargo el mastín es un fiero guardián que no usa jamás la violencia contra aquellos seres más débiles a los que protege y que si no es atacado su actitud siempre es la de estar atento y vigilante. Eso si, cuando el peligro se vislumbra, es fiero y despiadado con las alimañas que atacan o pretenden atacar su rebaño. No tiene compasión, porque sabe que escarmentando a una alimaña, las demás aprenderán a respetarle y a temerle, y por ende respetará la libertad de su rebaño.

Y, ¿hay alguien que se escandalice porque esa máquina genéticamente perfecta para defender a nuestros rebaños ataque con saña a depredadores infinitamente más pequeños que él -salvo en el caso del terrible oso pardo- acusándole de falta de proporcionalidad en la respuesta?. A nadie en su sano juicio, claro.

Y, ¿hay alguien que dude de que si el mastín no actuase así, las alimañas reaccionarían con más temeridad, con más saña, con más ansia contra el indefenso rebaño? Nadie, claro. Se lleva en los genes y se crea costumbre: si no hay prevención, intimidación y reacción, hay más ataques.

Por todo ello, cuando sucede un acto tan incalificable como la matanza de casi 70 jóvenes socialistas a manos de un terrorista de ultra derecha que se cree en una cruzada contra la "alianza entre el islam y los bolcheviques" para acabar con los valores cristianos de Europa, ¿es aceptable que el castigo se quede en 20 años de cárcel y el intento de ciertos poderes mediáticos de cuestionar el cariz político de la matanza para exculparle o exculparse a sí mismos?

¿Qué haría el mastín para protegernos ante las alimañas que envenenan con sus discursos demagógicos trufados de racismo, miedo, radicalismo, odio, en sus tertulias o editoriales un día si y otro también, y no digamos ante los fanáticos -que no locos- que en aras de esos discursos atentan contra el rebaño casi impunemente?

Yo le exijo al mastín que cumpla con su función y que sea implacable con ambos: con el que incita y con el que ejecuta. Yo le exijo a mi democracia que deje de tolerar los permanentes ataques de esos medios que incitan al odio, al temor, al ataque contra todo aquel que no acate su dogma y que actúe ya de una vez por todas... antes de la próxima matanza.

No hay comentarios: